EVA BLEDA : Ganadora del concurso "Carta o missatge a un maltractador"

Dentro de la campaña contra la violencia hacia las mujeres y de los actos del 25 de noviembre, Día Internacional contra la Violencia hacia las Mujeres, la Concejalía de Políticas de Género y el Patronato Municipal de Educación de la ciudad de Terrassa organizan anualmente el concurso “Carta o mensaje a un maltratador”, dirigido a alumnos/a de 4rto de ESO y Bachillerato. Este concurso consiste en escribir una carta o mensaje individual a un maltratado con el objetivo de sensibilizar los jóvenes y prevenir que se reproduza el modelo de violencia en el ámbito familiar. Este año, la ganadora ha sido Eva Bleda una alumna de 4º de ESO del Col·legi Martí. 

¡Muchas felicidades Eva!
 

              CARTA AL MALTRATADOR

Ella yace en la butaca, como cada día. Mira a su alrededor y, como cada día, lo ve todo negro. La casa es demasiado grande para su gusto. Lo extraña, y mucho. Hace tiempo que lo extraña, casi desde siempre. Marc, Eloy, Roger... Los echa de menos a todos, porque ninguno de ellos llegó ni llegará jamás. Lo intentasteis de todas las maneras, pero había algún error, y tú nunca le has perdonado que esté, como tú la
llamas, “estropeada”. Y ella te cree, porque le dices que la amas desde el primer día en que la viste, con aquellos rizos tan ondulados y bonitos. Y la riñes porque ya no se arregla cada día el pelo, pero lo que tú no sabes es que de tanto habérselo estirado con fuerza, sus cabellos también se han estropeado. Desconoces que cada día se sienta en la butaca, delante del ventanal que da a la playa, y se imagina con Eloy sobre la
arena, rubio y con los ojos verdes como esmeraldas, pero entonces se le estremece el corazón y recuerda que está estropeada. Desconoces que cada mañana se queda parada durante treinta y tres minutos delante del teléfono, con el auricular en la oreja; que teclea el número de casa de su madre treinta y tres veces y que siempre aprieta el botón de colgar. Y que nunca se cansa de hacerlo, porque está segura que un día será
capaz de hacerlo. Porque es evidente, pero tú también desconoces que ella no es feliz del todo, que cuando te vas a trabajar ella rompe a llorar y no puede evitar abofetearse a sí misma. Pero eso le parece insignificante comparado con lo que tú le haces. Hay días en que llegas de buen humor, pero ella sabe que nada la salvará; ya no tiene miedo de los golpes, porque desde que se enteró que está estropeada ya no le duele que le golpees el vientre. Tú le dices que no lo haces solamente por su bien, si no por el bien de los dos y ella, como cada día, te cree. Y permanece sentada en la butaca pensando en los veintisiete minutos que ha tardado hoy en decidirse, pero que en casa de su madre no le ha contestado nadie. Y sabe que mañana podrá hacerlo. Y
de repente escucha la llave en la ranura, y ve como la puerta de casa se abre y tu sombra espectral aparece por el fondo del comedor. Mira por última vez la playa, se levanta y se prepara, porque ésta será la última vez que se siente, sin saber que hay una forma de salir de todo allí fuera. Un día más, ella escucha tus pasos con temor, hoy presiente que será un mal día, no le has dicho “hola”.